En el taller de Thomas


Texto de Virginie Tillier

Traducción Huitzitzilli Rodriguez Flores, diciembre XXI

« El archivo, es también lo que hace que todas estas cosas dichas no se acumulan indefinidamente en una multitud amorfa, tampoco se inscriben en una linealidad sin ruptura, y no desaparecen al azar de accidentes externos; pero que se agrupan en figuras distintas, se componen unas con otras según relaciones múltiples, se mantienen o se difuminan según regulaciones específicas. »

Michel Foucault, Arqueológia del saber, 1969

En el taller de Thomas, el tiempo es historia. La parte del edificio dedicada a las experimentaciones y creaciones se hace también el anfitrión de los archivos de los que el artista es el encargado. Libros de arte, investigaciónes de historia y otras publicaciones para las generaciones futuras del cual Thomas encarna a un mediador – conviven pequeños y grandes papeles de una familia con múltiples vías.

Los lienzos de los últimos veinte años, son grandes formatos pensados en la proporción del Hombre, llevan paletas luminosas y se ponen en guardia para quien quiera considerar en su amplitud y su diversidad la obra del artista colorista. Algunos lienzos constituidos por sábanas antiguas o tejidos, cuidadosamente seleccionados y montados en el formato deseado, cada una de estas pinturas construyó una parte significativa del prolegómeno que poco a poco llevó a Tomás a los «Ran» monotipos con sutiles matices cromáticos.

En el estudio de Thomas, el tiempo es un compañero. Es el aliado valioso de la memoria en perpetuo cuestionamiento, como tantos fragmentos de un espejo en el que el artista se descubre a sí mismo, al mismo tiempo que se inventa, trabajando solo pero, de hecho, nunca en solitario. Los viejos maestros admirados, los inicitadores encontrados y los viajeros de la aventura de toda una vida forman, como cada monotipo individual completo o en proceso de gestación, todo un universo. Mejor: una constelación.

En el estudio de Thomas, el tiempo es un complice. Previene pérdidas lamentables, acompaña el gesto en su economía, garantiza la homeostasis del sistema. El tiempo es un agente, juega un papel pleno, con confianza, cuando se oxida, se seca, se metamorfosea, se recupera, permite la transformación de metales, madera, papel, pigmentos. Los aceites, decocciones e infusiones se colocan en un ballet de un movimiento perpetuo donde la receta se encuentra con la sorpresa y el accidente.

En el estudio de Thomas, el tiempo es tradición y herencia. La vieja prensa ABIG que espera pacientemente, nos imaginamos, sus volteretas, y que por fin, podrá darse un festín con los papeles elegidos. Los papeles Canson de antaño han dado paso a los papeles italianos, alemanes y japoneses. Los procesos industriales de fabricación de papeles para artistas han descuidado muchas veces la preservación del saber-hacer que, hasta hace veinte años, ofrecía tramas, cualidades de absorción o resistencia a los líquidos, propiedades a menudo nostálgicas.

Su estancia en Japón impulsó a Thomas a una galaxia donde el papel se ha mantenido vegetal, un proceso lento, complejo y costoso: incluso a veces se considera un tesoro nacional. Entre el respeto y la irreverencia, Thomas elabora estos artículos, moldeando y desgarrando futuros monotipos: individuos, compañeros cotidianos. Acariciados, contemplados en todas sus dimensiones, maltratados en ocasiones, podría pensarse lo contrario pero, estos preciosos papeles se entregan descaradamente a las fases de engrase, remojo y entintado sucesivo, custodios de un proceso que definitivamente ha hecho suyo las reglas naturales de la fertilidad.

Siempre semejante, nunca idéntico, el monotipo individual se convierte en soldado dócil por varias fases más: la de la espera, la de la selección, la de la composición, luego, a veces, la fase de la asamblea. Nada es inútil, todo se guarda para el potencial futuro. En los intervalos, el papel habrá pasado por tantas celebraciones como atropellos. Material vivo y disponible, que abre un llano creativo donde el artista cartografía trazando paulatinamente sus caminos. Pasos imprescindibles para una transmutación de la materia que acerque al artista grabador, colorista, matemático y químico al orfebre, incluso al alquimista. Así, y sólo así, la materia puede convertirse en lenguaje.

En el taller de Thomas, el tiempo está en acción permanente.

Virginie Tillier, septembre XXI